«He emprendido y ejecutado un viaje de cuarenta y dos días alrededor de mi habitación».
El escritor saboyano Xavier de Maistre (1763-1852) nos habla de un joven oficial que se ve obligado a emprender un viaje de cuarenta y dos días alrededor de esas cuatro paredes que delimitan su habitación. Durante ese confinamiento emprende un viaje no solo físico sino, sobre todo, abstracto: viaja con la imaginación siguiendo el hilo de sus pensamientos como si viajara por un país extraño. Al leer este texto he decidido emprender yo misma ese viaje, pero alrededor de toda la casa.
Hoy es el día 35 de reclusión para mí. Desde el primer día del mes de marzo solo he salido para hacer la compra o para ir a la farmacia. Esto me ha dejado con mucho tiempo para pensar y para disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala la vida: 35 días para ver cómo un rayo de sol se filtra por la persiana; 35 días para observar cómo una abeja se apoya sobre una flor; 35 días para escuchar a los pajaritos cantando; 35 días para apreciar el olor de los libros nuevos; 35 días para sentarme en el balcón y disfrutar del sol que acaricia mi piel; 35 días en los que he recorrido esta casa, observando cada escalón, visitando cada esquina, cada baldosa.
Incluso he llegado a cambiar la disposición de los muebles para poder visitar cada día un lugar diferente y descubrir así muchos más. Y cuando ya había visitado cada metro cuadro de la casa me senté: primero en la butaca, luego en la cama, y, finalmente, en el balcón. En esos sitios permanecía sentada y escuchaba. Cerraba los ojos y dejaba que mi mente viajara. Pero no hacia las cosas que nos agobian todos los días. Simplemente dejé que mi mente viajara a sitios a los que no había estado, imaginando viajes que algún día haré e, incluso, recordando algunos que hice para inspirarme en ellos.
Hoy en día siempre tenemos mil cosas por la cabeza: recados que hacer, personas a las que ver… Pero en esta cuarentena he aprendido a hacer una cosa: a aburrirme. Mi yo físico se aburre, mientras dejo libre a mi yo abstracto para que viaje adonde quiera y al regresar me cuente historias de todo lo que ha visto.
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