Veinte mil leguas de viaje en la habitación
- chiaraalbertazzi8
- 22 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Chiara Albertazzi

āĀ”CapitĆ”n, la bestia nos ataca!
āHemos de movilizar la artillerĆa.
āĀ”Preparen los caƱones! Ā”Fuego!
El caballito de madera relinchó enfurecido, se encabritó y arremetió contra los pequeños soldados de plomo.
āĀ”Retirada! āgritó el capitĆ”n, y los soldados echaron a correrā Ā”A cubierto!ā.
Se atrincheraron debajo de la cama. Luego treparon la cabecera y se lanzaron al cajón entreabierto de la cómoda.
Encima de la cómoda, una bailarina danzaba al son de una dulce melodĆa de una cajita de mĆŗsica y no parecĆa darse cuenta de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
āĀ”La bestia nos ha visto! Ā”Viene a por nosotros!
āĀ”A la estanterĆa!
El ejército de soldaditos de plomo se reparó entre los libros de un estante. El capitÔn se asomó desde un ejemplar del Quijote forrado en tela roja.
āĀ”Ahora! Ā”Fuego!
āĀ”Nino! Ā”Nino! Venga, despierta, dormilón.
Nino se despertó de sobresalto. Toda la casa olĆa a pan reciĆ©n horneado. Miró hacia la cómoda, la cajita de mĆŗsica estaba cerrada, los soldaditos de plomo estaban esparcidos por el suelo y en una esquina se balanceaba el caballito de madera. En la mesilla de noche a su izquierda, la cera de la vela se habĆa consumido toda. Nino tanteó las sĆ”banas y encontró el libro que estaba leyendo la noche anterior: Veinte mil leguas de viaje submarino.
āTe quedaste toda la noche leyendo, Āæa que sĆ? āla madre de Nino sonrió. No era capaz de regaƱarlo. Desde que se contagió de la escarlatina, Nino no habĆa conseguido recuperarse del todo y pasaba los dĆas en casa leyendo y soƱando con viajar por el mundo y vivir mil aventuras como los personajes de los libros de Julio Verne.
La enfermedad le habĆa debilitado el cuerpo, pero no su capacidad de viajar con la fantasĆa.