Me siento en la mesa bajo el pórtico mi casa. Qué cielo tan cristalino y qué colores tan intensos y resplandecientes hay en mi jardín.
Esta es una flor que... bueno, no me acuerdo del nombre, me lo había dicho mi madre, pero nunca me había fijado. Siempre he preferido el ver, no el mirar. Me gustaba creer que tenía una capacidad especial para entender las cosas, cuando en realidad lo que me gustaba era el dejarme acariciar por la ligera brisa veraniega de las nueve de la mañana, hacerme tranquilizar por el cálido enclave de mi hogar, embriagar por el arabesco de matices verdes, rosas y blancos.
— Pero ¿dónde has estado todo este tiempo?—, una voz irrumpe sibilinamente en mi halago.
No entiendo la pregunta. No quiero. Quiero volver a la paz del jardín, pero aquellas palabras me dejan una huella en las enredadas ramas de mi cerebro.
E intento no pensar en ello, quiero volver al fragante abrazo de mi jardín, y vuelvo.
—Pero ¿dónde has estado durante todo este tiempo?— ¿Qué está pasando? ¿Acaso hay alguien detrás de mí? ¿Las hojas de las plantas me están hablando?
Quiero volver a la inequívoca cama del jardín, pero esta vez la voz me ha dejado otra huella en la roja roca de mi corazón. ¿Acaso no es el jardín la cuna de mi paz? Con las tonalidades tan brillantes que tiene, no puede hacerme daño. —Es una pregunta inocente— me digo. La acojo, la escucho.
—Pero ¿dónde has estado durante todo este tiempo?—
—Pero ¿qué quieres decir? He estado contigo, durante todo este tiempo. Has estado allí, cambiando con el cambiar de las estaciones, pero siempre allí. Y yo he estado aquí, cambiando con el paso que impone la vida, pero siempre aquí.—
—¿No te has dado cuenta?— otra pregunta misteriosa.
—¿De qué?—
—El resplandor del jardín ha quemado los cobardes cristalinos de tus ojos. No son solo plantas, hojas, flores, árboles, pájaros. Son nudosas manos que cortan y se cortan, son una regadera que silenciosa y generosa da vida a las plantas y de la cual se escapa la vida, son brazos que levantan el amargo y torpe día, son pequeños insectos que comen y son comidos, que se descomponen silenciosos y que silenciosos generan otra vida. Tú no te das cuenta del amor y del dolor que ha pasado, arriba y debajo, de estas plantas. ¿Dónde has estado durante todo este tiempo?—