Creo que es imposible afirmar con seguridad «he encontrado mi lugar en el mundo», porque los seres humanos, como los animales, no fueron creados para vivir siempre en el mismo lugar hasta la muerte. Y si alguien que nunca se ha ido a ninguna parte piensa que ha encontrado su verdadero lugar en el mundo, es porque no ha buscado verdaderamente. Hay muchísimos lugares en el mundo y no todos consiguen vivirlos todos, pero vivirlos verdaderamente, no como un turista sino como parte integrante del lugar que visita. Creo que son pocos los que han encontrado este lugar en su propia vida y si lo han hecho, es porque han visitado todos los rincones del mundo: solo los que consiguen hacerlo pueden finalmente quedarse en un lugar y decir «este es mi lugar». Pero al mismo tiempo creo que también existe un lugar en nuestro corazón que hace que un lugar físico se convierta en el espacio perfecto para nosotros: depende de quién nos rodea y del amor que sentimos por ellos, porque como ya sabemos, no hay una fuerza más grande que el amor. Por esta razón, creo que al final nos quedamos en el lugar donde hay más amor y nos olvidamos de que en el mundo existe un lugar para cada uno de nosotros, pero existe y solo hace falta buscarlo. Sin embargo, es posible encontrar este lugar dentro de nosotros, solo hace falta buscarlo. García Márquez decía: «He aprendido que el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada». El destino es importante para todos, pero a veces creo que el viaje es mil veces mejor: nos permite descubrir lugares escondidos en nosotros que no hubiéramos podido conocer si nos hubiéramos quedado en casa viviendo una vida normal. Y de la misma manera es posible descubrir un lugar físico que nos haga sentir complacidos. Es cuestión de equilibrio.
