top of page
Buscar

Una compañera de juegos

Foto del escritor: viajera inmóvilviajera inmóvil

Actualizado: 28 mar 2020



Me llamo Ana; tengo 32 años y vivo en Nueva York. Hoy hubiera sido el cumpleaños de mi mamá. El sol brilla en el cielo igual que brillaba aquella tarde de julio, cuando ella, mi papá y yo estábamos descansando detrás de un tren que estaba parado. Yo solo tenía cinco años. No sabíamos ni siquiera dónde estábamos, pero teníamos la esperanza de llegar hasta Estados Unidos y de encontrar allí una vida mejor. Después de una hora, llegaron. Dispararon y capturaron a todas las mujeres que estaban allí. Se las llevaron a pesar de que todos los hombres intentaran detenerlas, ofreciéndoles dinero, pidiendo que les cogieran en lugar de sus esposas, hermanas, familiares. No sabían dónde las iban a llevar, pero tenían una idea de lo que iban a hacer de ellas. Dijeron:

—Vamos a divertirnos un poco.

Esto no dejaba mucho espacio para la imaginación. Yo no entendía qué estaba pasando. Solo quería volver a ver a mi mamá, pero cuando después de unas horas nuestros padres decidieron marcharse para seguir nuestro camino, entendí que no la podría ver durante mucho tiempo. Al día siguiente nos paramos de nuevo. Yo estaba jugando con una muñeca, la única que me había traído desde México. Vi a una niña rubia, con el pelo largo y rizo pero con la piel no demasiado clara. Ella se acercó:

—¿Jugamos? —me pregunta.

Una palabra tan simple pero tan esperanzadora. Después de nuestro viaje, mi papá pudo llegar hasta Estados Unidos y darme una vida mejor, pero nunca volví a ver a mi madre. Ella siempre va a vivir en mis sueños. La niña que conocí detrás de aquel tren hoy es mi mejor amiga. Después de un rato jugando, yo le pregunté:

—¿Cómo te llamas?

—Ana —contestó ella.

—Gracias, mamá —pensé yo— por darme una compañera de juegos.


Eleonora Manicone

36 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Bình luận


bottom of page