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Página de diario

alessiabosi


Día 33 de la cuarentena


Querido diario:

Hoy es la misma rutina de siempre. Me levanto, desayuno, vuelvo a la planta de arriba, me asomo a la ventana y miro a mi gato que se ha dormido en su sitio favorito, ese hueco minúsculo entre el cristal y la contraventana. Me doy la vuelta y todo lo que veo es una habitación, mi habitación.


Ya sabes, diario, que en los últimos tres años he vivido en un vaivén constante. Estaba en mi habitación solo durante el fin de semana. Ahora que, en cambio, estoy en una situación de total quietud, se ha convertido en el núcleo de mis actividades: es mi despacho, mi biblioteca, mi gimnasio, mi cine e incluso mi auditorio (en los escasos días en los que me pongo a tocar música). A pesar de todo esto, siento que me falta algo.


Veo mi cama y, cerca de ella, las maletas que no voy a necesitar durante mucho tiempo; veo, colgado en la pared, el mapa de rascar donde aún faltan muchos lugares por visitar; veo los globos dorados de mi cumpleaños que me recuerdan el verano y los días felices en la playa.


A la derecha está mi rincón favorito, la estantería. Me paro a observarla minuciosamente, como si estuviera dando la caza a una pequeña e imperceptible mota de polvo. En realidad, lo único que quiero hacer es escapar de las mismas cuatro paredes que me rodean todos los días. Moviendo los ojos de arriba abajo por los estantes, consigo encontrar una salida del agobio que me está cansando desde hace tiempo. Es una manera alternativa de desplazarse: puedo visitar los lugares de mis libros favoritos, incluso volver a visitar sitios en los que ya había ido gracias a los recuerdos, a los imanes y a las postales que he coleccionado durante mis viajes. Además, puedo viajar en el tiempo y volver al pasado mirando las fotos de cuando era pequeña. Mientras viajo con mi cabeza, algo resplandeciente me llama la atención. Una botella de cerveza Alhambra, junto a otros detalles, abre mi baúl de la memoria y, de repente, me encuentro en una callejuela del Albaicín, con música árabe de fondo y olores a inciensos y especias.


De repente, una rara voz metálica me devuelve al presente: «el alcalde recuerda a toda la ciudadanía que se puede salir de casa solo para hacer la compra, por motivos de salud o necesidad…».

Vale, es el coche del ayuntamiento, ahora pasa por las calles del pueblo dos veces al día para advertir a todos los ciudadanos de lo que tenemos que hacer.


Querido diario, hoy te he garabateado con un montón de pensamientos y ha llegado la hora de despedirme. Contigo he conseguido desahogarme un poco y he podido huir de la realidad, aunque fuera solo por poco tiempo.

Muchas gracias y hasta pronto

- Ale


Alessia Bosi

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